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martes, 30 de enero de 2007

UTERO DE SAL



Poder incluirme en mi propia mirada, ser el ojo que me ubique en el monte donde fuí

otra huraña gata montes pero sin uñas.

La casa grande, entre tamariscos, el techo de tejas compartido con el hornero, la ventana frente a las barrancas, y detrás blanco sal, la laguna, las parvas, el barro, el sabor en los labios, todo era sal.
Nunca volví a ver tan claras las estrellas.

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