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miércoles, 31 de enero de 2007

Recuerdos de la carcel -UN DESENCUENTRO MENOS...




Un desencuentro menos nos ubica en el mismo lugar pero de vuelta. Después de idas y venidas , estas en Bahía y logramos que nos autoricen la visita permanente. Los jueves por la tarde , de 14 a 17hs, volveremos a encontrarnos, ya no en el Pabellón, el Taller ha sido levantado, sino en el locutorio.
La mirada con el asombro de un largo reconocimiento nos acompaña hasta el banco mas alejado de la puerta. Sé casi todo de tu largo peregrinaje ,desde que te llevaron con otras compañeras para así dar final al Taller. Pareces no tener lugar para nuevos ultrajes.

Antes de irte me diste un largo abrazo ,te miré hasta que te perdiste por la puerta de ingreso al Pabellón. Luego crucé el espacio que media entre un locutorio y otro, y esperé que el "cinco más" que anuncia la orden de salida, recayera en mí con otro encuentro mas que nos ubica al borde de partir con el retorno.




En la calle, , una chica bastante joven, me pareció alguien largamente conocido, efectivamente era la Cachorra. La había visto por última vez en el penal de Azul, donde fui a visitarla después del traslado que puso fin al Taller. A pesar de estar desde hacia mas de un año aquí en la Unidad 4, solo nos comunicábamos por carta o teléfono, ya que no nos autorizaban la visita.
La miré detenidamente , como cada vez que veía por primera vez a algun@ de ustedes en libertad. Me resultaba difícil los primeros minutos incorporar su imagen en esta nueva escenografía. - Estoy en libertad, desde hace dos días. !!!.- dijo sonriendo.
Las horas que se sucedieron, reviví junto a ella todo lo que le había pasado desde que la llamaron a su celda inesperadamente para sacarle la foto que anunciaba su libertad
Después de 7 años en prisión, compartir sus primeros días de este lado del muro me dio mucha alegría. Cuando me desperté a la mañana y le acerqué el desayuno , me resultaba extraño verla durmiendo en el sillón de casa.
Su gesto de un asombro casi infantil, frente a lo que nos resulta cotidiano, refleja a que está confinada una persona en años de prisión. Los autos, un perro, el vaso de cerveza, un helado, todo se le deja ver como largamente conocido, pero que durante mucho tiempo se mostró invisible , cercado en la memoria, donde se deposita todo lo perdido a partir de atravesar la puerta de ingreso al penal.
Así como ocurre con un animalito asustado, que se acurruca en algún gesto de segura ternura o agrede a cualquier ser que se aproxime, el miedo puede devenirle en actitudes imprevisibles. Lo único conocido es el lugar que acaba de dejar, sin saber lo más elemental (como por ejemplo el manejo del dinero ), la calle aparece demasiado grande, confusa y la incertidumbre de lo que vendrá se suma a la necesidad de cambiar hábitos y costumbres imprescindibles para sobrevivir en prisión.
El roce inoportuno de alguien, puede desatarle una reacción defensiva. La mirada , una de las formas mas corrientes de manifestar la intención dentro de un penal, no tiene el mismo peso ahora, sin embargo desaprender los códigos le requerirá un tiempo en el que un estado de alerta permanente acompañará sus movimientos.
Si coincidimos que es el ejercicio de la libertad lo que nos hace capaces de su uso,me pregunto:¿Qué asombro pudo causarle la exposición de la condena, destinada a ella, pero cuyo lenguaje jurídico utiliza palabras que nunca le fue dado aprender?¿Con qué incredulidad se sometió a una justicia que intenta modificar actitudes sin atender las causa que las originan?

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