A mi cansancio le recetaron fiebre viral. Me ubico horizontal en el sillón de plaza y media, la pila de libros, que con o sin desgano leeré, al costado entre papeles escritos, tinta negra, gel de colores.
No cuidar es como un vidrio empañado, como la interperie, como el frío si es azul. Su imagen ya no tiene bordes nítidos, solo el recuerdo de algún instante en que se dijo también con la palabra o yo lo creí oír o la memoria se acomoda a los supuestos.
Cuidar es transparente, como el amparo, el abrigo, la sopa en la cama, el espacio que media entre yo y la luna.
Quisiera completar algún renglón que tenga la precisión de lo que ahora pienso, quizás por esto de ver el minuto después.
Solo resbalo de trasnoche, pero caigo sobre mi, ya no incomodo.
Mañana es un sueño colectivo, la confianza, la calma, el pensamiento, la demanda del cuerpo y sus misterios, no hay camino pero coincidirán los pies y las manos en el intento de recuperar lo que nos quitaron, e inevitablemente volverá la tormenta que lloraré como si fuera lluvia.
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