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jueves, 29 de mayo de 2008

SOBREVIVIENTES

Me preparaba el mate esta mañana, cuando Lorena me
contó lo que había pasado. Anoche se enteró en el
restaurante donde trabaja. Una compañera que lloraba
al teléfono; habían asesinado a su prima Verónica, 24
años, dos hijos pequeños, un embarazo.
La había matado su ex-cónyuge, padre de sus hijos, con
un arma de fuego.
Después, escuchamos la noticia en la radio. Entonces,
ese sentimiento de bronca y vergüenza.
Tanto hemos hablado de esto en nuestro programa de
radio, hemos leído tantas estadísticas, informes,
poemas, relatos; hemos entrevistado a militantes
feministas, especialistas en género, historiadores,
abogados, personal de las fiscalías o las comisarías,
trabajadores sociales, psicólogos, autoridades
municipales, mujeres que han contado su historia en
primera persona. Hemos grabado avisos que repetían
hasta aburrir “yo, digo basta”. Y sin embargo, esta
mañana, sentimos vergüenza por todo lo que no hemos
hecho.
La muerte de Verónica nos sacudió con un dolor que
viene de lejos, pero vuelve y golpea como la primera
vez, cada vez. Verónica y su panza de cinco meses y
sus dos pequeños hijos, abandonados por todos nosotros
desde hace tantos años.
Conmoción y sorpresa en Dorrego, dijeron en la radio;
un hecho inusual, insistieron; crimen pasional, no
podemos prevenir estos delitos, dijo un jefe policial.
El cuerpo de Verónica abierto en el pecho, la sangre
corriendo por su panza de cinco meses, el silencio
final sobre su historia, después de tanto grito, tanto
dolor.
Nunca pensamos antes en Verónica, en sus hijos, en los
golpes, en sus 24 años, en su vida anónima, perdida en
un pueblo, desconocida, en minúsculas.
Hoy Verónica sale en los diarios; todos salimos en los
diarios, Dorrego en la televisión nacional. Verónica
ahora tiene una historia para ser contada. Todos
hablamos de ella.
Nos importa, de pronto, su sangre que corre por su
panza, mancha el piso de la habitación y sigue como un
río por el pueblo; lleva la noticia de la muerte de
Verónica, los detalles, el calibre del arma, la hora,
como fue después el asesino a presentarse a la
comisaría –yo la maté.
¿Dónde estábamos antes? ¿Distraídos en qué cosas?
¿Cuántas veces Verónica, tantas Verónicas, nos miraron
con una pregunta en los ojos?
Bronca y vergüenza.
En el frío de la mañana de fines de mayo, Dorrego
sigue su vida repetida, la tranquilidad de sus calles
y el cielo limpio. Vuelvo a casa saludando a casi
todos los rostros que me cruzo, amablemente me
saludan.
Verónica no. Su cuerpo y el pequeño cuerpo del bebé
que albergaba, ahora pertenecen a la justicia.
Trabajarán sobre ellos, haciendo que leen cosas para
explicar lo que todos sabemos.
Pero Verónica no sabrá nunca que, finalmente, estamos
hablando de ella, que se cuenta su historia por todos
lados.
Tal vez, ese sea un gesto posible y necesario de las
que todavía tenemos voz: contar la historia de
Verónica desde ella misma, desde su vida y sus sueños,
pero con la certeza que somos todas las que estamos
ahí, en la herida fatal en su pecho.


Notita: esta mañana, después de escuchar al jefe
policial y al periodista que repetía las mismas
terribles palabras, fuimos con mis compañeras de Y que
los platos a la radio y nos dieron un tiempo al aire,
a las 11:30, que todos están escuchando, a repetir lo
que ya hemos dicho tantas veces, a intentar que se
empiecen a pensar estos asesinatos desde otro lugar,
desde la verdad, abrazo a todas

Laura Forchetti
Autoconvocatoria Mujeres

miércoles, 28 de mayo de 2008

LAZOS DE AGUA


LAZOS DE AGUA

de Monica Oliver y Erica Utreras


'La pequeña salita ubicada en Fitz Roy 40 tiene la intimidad de una casa.

Desde el baño, el 'Canto Nupcial' de Susana Thénon en los juegos sonoros del agua, ya nos indican que ha comenzado un viaje pleno de sensibilidad y poesía, de teatralidad y sensaciones, de ideología y estremecimiento ...

Erica Utreras nos amarra desde el comienzo en un lazo que no pierde ritmo, captando con su energía la atención de quienes nos dejamos llevar en una suerte de ensueño ,transitando las historias y las poesías escritas por Mónica Oliver con un lenguaje directo y sencillo, rico en contenidos y sensaciones...

Con un prolijo manejo del cuerpo y la voz,Erica nos cuenta, nos lleva, nos carga en sus espaldas y nos muestra en su decir y en su mirada a todas las mujeres en una


'...A veces siento que llevo siglos de mujeres en mi falda ...'


La participación de Rodrigo García con su acordeón y su voz no está desafectada de la teatralidad. Muy por el contrario su interpretación es un latigazo de emociones

Acertadísimo diseño de iluminación y vestuario de Darío Barco y una dirección impecable de Fernando Santiago



PARA NO PERDERSELA

domingo, 18 de mayo de 2008

MAS QUE MIL PALABRAS


Desconozco autor/a fotografía