El sillon no es demasiado cómodo y en la penumbra las formas esconden desdibujadas en baile y sonrisas las penas que se emborrachan de alcohol y sudor. En el rincón opuesto,una mujer, el pelo teñido y todos los años se desparraman en un sillón desvencijado, es la imagen de la soledad que me hubiera gustado pintar , en el otro extremo, sentado en la barra el está dispuesto a gastar sus deudas, para ser considerado por una mujer.
Cuando se encienden las luces a la hora que precisa la disposición gubernamental, las chicas desaparecen del salon rapidamente, el humo aspirado se mezcla con el sabor de la última cerveza. Ya en la calle, se producen los arreglos de costumbre, con las chicas que se van retirando. La mujer del sillón se aleja rapidamente, ahora su soledad es mas nítida, el hombre de la barra prende un cigarrillo y camina en la dirección contraria.
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