Camino por la misma playa todos los 27 de enero, esa orilla es el único punto fijo todo lo demás a su alrededor se movió.
Nadie reconocería en mi -con estrías invisibles- a aquella que por primera vez le lloro al amor o limpió los mocos de alguno de sus hijos bajo el sol.
La historia del país se subió a mis pies, pisó la arena, dejó constancia aquí, de todos los posibles, ninguna calamidad, solo sucesión de hechos, pequeñas conquistas, transgresiones acotadas, abusos de poder, el poder de unos pocos.
Gira el agua todo el tiempo en el mismo paisaje, asciende para dejarse caer , millones de años con el mismo sabor, las mismas propiedades. Así se explica la lluvia, la vida, así también se abre el misterio de pensar que tomaré casi siete veces el mismo agua durante mi existencia.
Como si habláramos de lo mismo todo el tiempo, solo cambian las palabras que van diciendo, o seran las mismas palabras desde hace siglos tratando de explicar el movimiento permanente que nos circunda.
No reconozco las coordenadas de ese punto fijo que ahora necesito para entender mi propia existencia. Quizás porque el tiempo es más de medio siglo, quizás porque tampoco esto es tan cierto.
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